A nadie le cabe duda de que vivimos en la era digital.
Los gerentes de mercadeo y la gente de comunicación ha
tenido que venir aprendiendo el lenguaje de quienes nos hemos formado en este
campo: URLs, visitas únicas, visitas totales, fans, usuarios, Flash, HTML….
Y la verdad, es muy fácil quedarse perdido en este
mundillo, pues cada día surgen nuevas herramientas, plataformas, números y
estadísticas. No acaba uno de aprender lo que significa algo y como se usa,
cuando ya hay algo nuevo, y aquello que venís aprendiendo, ya es obsoleto.
A lo largo de los años, me ha tocado oír de todo y
expertos en todas las ramas: están los defensores de la tecnología; de esta o
aquella plataforma, de este o aquel lenguaje de programación: los tecnócratas.
Y también aquellos que defienden a muerte la generación de contenido social, la
producción de la web para la gente: lo que yo llamo los filósofos del medio.
Y por supuesto, no es mi interés, ni creo estar en la
posición de desarmar los argumentos de unos y otros. A fin de cuentas, la
verdad está hecha de muchas partes, y todos somos poseedores de una de las
piezas.
Sin embargo, hay algo que con el tiempo me ha tocado
aprender, sobre todo porque mi posición es la de lograr que un proyecto digital
le funcione a un cliente, a alguien que está invirtiendo tiempo, dinero y que
tiene una expectativa: si su proyecto no sirve de algo, no sirve de nada.
Y no vayás a creer que estoy redundando, no. Lo que
quiero decir en concreto es que es muy fácil quedarse atascado en el universo
de las visitas y en las estadísticas cibernéticas que nos da Google Analytics.
Es muy fácil caer en la azucarada tentación de medir el éxito en el número de
fans que obtenemos en una página de Facebook, o sentirnos satisfechos porque el
website que acabamos de lanzar se ve muy bonito.
Lo que yo creo es que cualquier campaña digital tiene
que tocar tierra firme en algún punto del camino. Si proyecto web, debidamente
conceptualizado, no representa utilidad de algún tipo a quien lo adquiere, pues
el proyecto no es exitoso.
Y por supuesto podemos plantearnos infinidad de
objetivos de la más variada naturaleza: desde generar ventas hasta lograr
presencia de marca. Todo dependerá del análisis de negocio que hayamos
realizado previamente.
Por eso creo que el espacio periódico de análisis de
resultados, métricas y ajustes es fundamental. Y en este espacio la
participación y el compromiso del cliente son fundamentales: por más datos que
nosotros como agencia seamos capaces de producir, si no logramos cotejarlos con
los resultados concretos en sitio que el cliente pueda aportarnos, siempre nos
quedaremos a la mitad del camino.
En resumen, los proveedores digitales somos un agente
de cambio y de decisión dentro de las empresas. Manejamos un medio de
comunicación masivo, sin duda. Y como tal, si nuestros proyectos no son capaces
de ofrecer resultados concretos, claros y medibles, debemos replantearnos la
forma de hacer las cosas.