martes, 22 de septiembre de 2009

La magia de la conversación

Vengo llegando de cenar con dos amigos... uno de ellos economista, el otro ingeniero industrial.
Como siempre pasa, y sobre todo en estas épocas, surgió la pregunta de ¿y cómo va el trabajo? ¿En tu oficina han despedido gente, han habido recortes? ¿Cómo se sienten estos meses?
Y de ahí a explorar un poco en el trabajo de cada uno, fué sólo un segundo...

Mis amigos son personas jóvenes, muy jóvenes si los comparo conmigo. Uno de 26 (el economista) y el otro de ¿unos 32 o 33? y como mi campo es Internet, empezaron las preguntas. Preguntas interesantes, les digo. Un poco de historia ( ¿a quién se le ocurrió y cuándo, poner dominios a la venta?), algo de tecnología (¿y dónde es que se guarda una página para que luego cuando yo digito su dirección, pueda verla?), y por supuesto, al segundo siguiente hablábamos de tendencias... y ahí fué cuando la rienda se me soltó... qué difícil es ser comedido cuando el tema es tu última pasión, pero además, cuando las personas con las que estás sentado son.... ¡prácticamente vírgenes!!! ¿Qué es exactamente Facebook? ¿Cómo es que funciona a ciencia cierta? ¿Se puede hacer más que jugar a las galletitas de la fortuna y a la granja???
¿Y qué hay de Twitter? ¿Es algo más que una aberración tecnológica donde la gente comenta lo más trivial de su actividad diaria, como su cepillado dental y la calidad de su última comida?
¿Cuántas redes sociales hay? ¿Para qué cosas sirven, cuál es su órden de importancia?

Y llegó la pregunta... ¿y qué pasa si yo decido no participar en ellas, pues creo que siguiendo a la gente que me interesa o buscando los temas que me interesan en Google, tengo suficiente??

¿Qué pasa? Es muy sencillo, contesté: me privo de la mejor parte de la web, de la conversación. Si hacés eso, simplemente te vas a privar de toda la interacción, de toda la retroalimentación que te puede ofrecer una buena conversación... y de todo el placer...

Claro, conversar es un arte. No se trata simplemente de articular vocales y consonantes arrítmicas.... y los dejo con la siguiente inquietud: ¿cuándo se vuelve una conversación realmente interesante? ¿Cuándo es que el tiempo pasa desapercibido, el café se vuelve elíxir, y los ojos empiezan a brillar? ¿Qué es lo que hace que la magia de la buena conversación, esos momentos únicos, sean posibles?

Me encantaría oír sus opiniones....

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